Me siento más joven de lo que soy.

¿En qué momento empezamos a disociar la edad mental de la física? ¿Cuándo enuncias en voz alta por primera vez la frase: “Me siento más joven de lo que soy”?

Myriam, de SKINVITY, nos cuenta esta anécdota: “Recuerdo un comentario de mi madre, que debió decir hace muchísimos años pero que quedó grabado en mi memoria. Ella estaba frente al espejo, arreglándose -siempre me inculcó dedicar tiempo al autocuidado- y yo la contemplaba en silencio. En un momento dado suspiró y dijo: “No me reconozco, esa que refleja el espejo no soy yo, en mi mente me veo mucho más joven”. Yo pensé que me estaba tomando el pelo, pero ahora que los años van pasando también para mí, empiezo a sentir que, en un futuro no muy lejano, ese mismo comentario podría decirlo yo”.

No es un fenómeno aislado, somos legión las mujeres que, una vez superados los 45 años, detenemos nuestra imagen mental, resistiéndonos a asumir como nuestro ese reflejo más envejecido. Pero no es solo una cuestión física, también de actitud. Madonna, a sus 64 años, es constantemente criticada en sus redes sociales por su comportamiento, a juicio de muchos, inapropiado para su edad.

La edad subjetiva -así se denomina- es esa edad diferente a la cronológica que una persona siente que tiene. No importa cuándo hemos nacido, sino como nos sentimos.

Es un concepto que empieza a tener su peso alrededor de los 55 años y los expertos dicen que mantener tu edad subjetiva unos 10 años por debajo de tu edad real, contribuye a reforzar tu bienestar. No se trata de querer ser, como la película, “Eternamente joven”. Pero un extra de juventud nos parece top.

Y es que asociamos la rebeldía, la sexualidad, las ganas de aventura a la edad más joven. Y nosotras desde aquí reivindicamos que esos atributos no son propiedad de un target u otro y, si a tus 55 años, te apetece pasar tus días living la vida loca, pues ole por ti.

Tiene lógica: vivir con un espíritu joven te mantiene, precisamente, más joven. Y no hablamos de excesos, ojo, sino de actitudes como ser sociable, rodearte de personas de diferentes edades, vivir experiencias nuevas, mantener la capacidad de sorprenderte por lo que te rodea, ya sea una puesta de sol como contemplar una obra de arte en un museo. El entusiasmo como la gasolina que nos mantenga on the road.

En un sentido más físico, continuar con esas ganas de cuidarte, de sacar tu mejor versión -siempre hay una nueva mejor versión-, también nos rejuvenece. Puede ser una barra de labios diferente al color que llevas usando años, puede ser un cambio de look o apuntarte a clases de baile. Puede ser incorporar a tu vida un dispositivo cosmético, atreviéndote a dar un salto tecnológico tan desconocido como estimulante.

Los 60 son los nuevos 40. Brindemos por ello.