Un día eres joven y al siguiente te asustas cuando la cámara del móvil se gira y enfoca tu cara por sorpresa. ¿Lo has vivido también? Nos pasa a las que tenemos más de cuarenta, y, sobre todo, más de cincuenta. Ya sea que estás en la perimenopausia (este limbo de síntomas random que a veces vienen y a veces se van), o ya con la menopausia, es decir, ya has tenido tu última regla, hay síntomas que muchas mujeres vivimos, muchas veces sin compartirlos con nadie. Hay que fastidiarse que lo que ganas por un lado en sabiduría lo pierdes por otro con la flacidez y la falta de tono.
Algunos de los síntomas de la menopausia más frecuentes son:
FLACIDEZ: Este es el más relevante e insoportable. En la cara empiezan a desdibujarse los contornos. Como dice Myriam, del equipo SKINVITY: “No te das cuenta realmente de lo que es la firmeza hasta que ves colgajitos de piel alrededor de tu contorno facial y en tu cuello”. Otro síntoma clásico de la flacidez corpórea es la piel de las rodillas y de los codos y en los muslos a veces se confunde con celulitis. Lo bueno es que podemos tratarla muy bien.
SEQUEDAD: Nuestra piel pasa de la primavera a una ola de calor constante. Por eso, en esta etapa tu palabra favorita debe ser hidratación. Y tu segunda favorita: nutrición. Con estas dos palabras como mantra, recuperar la “suavelicidad” en la piel es posible. Amigas, con un buen sérum, todo es posible.
PÉRDIDA DE VOLUMEN: Subir el volumen de tu playlist favorita no soluciona este otro problema tan típico de esta etapa. La radiofrecuencia, en cambio, sí nos ayuda y la luz LED, también.
APARICIÓN DE ARRUGAS: Debutan casi todas, pero las que más nos fastidian son las patas de gallo, la del entrecejo y el surco nasogeniano que, con la evidente flacidez, se acentúa. También las finas líneas de expresión, esas que delatan cuánto te has reído o gesticulado, se acentúan más.
MANCHAS EN LA PIEL: Este es uno de los más típicos síntomas del envejecimiento. Uno también de los que más nos afectan, porque nos vinculan a la nueva etapa, hacen patente la pérdida de juventud ya que, en nuestro imaginario, eran nuestras abuelas las que tenían manchas y flacidez. Hasta que un día, las tienes tú. Un buen protector solar y tratamientos específicos serán tus mejores defensas.
SENSIBILIDAD: El cambio hormonal tan grande que acarrea este período, a veces, nos hace más sensibles, y no solo emocionalmente. De repente, nuestra piel decide que cualquier cosa le afecta. Buscar productos diseñados para pieles sensibles y evitar los cambios bruscos de temperatura ayudará a mantener la calma, al menos, en la piel.
PIEL MÁS FINA: Con el paso del tiempo, nuestra piel se vuelve más delgada y vulnerable. Nutrirla desde dentro con una dieta rica en antioxidantes y ácidos grasos es esencial y suplementar con un producto que contenga nutrientes para contribuir a su cuidado es de sabias.
POROS MÁS ABIERTOS: La doble limpieza es un básico de sobra conocida por cualquier mujer de más de 40 años. Combinando esta con un dispositivo que calme las pieles irritadas, es un síntoma que enseguida mejora.
MENOS LUZ: Puede que por dentro estés incandescente, pero es posible que por fuera esto no se aprecie. La falta de luz tiene mucho que ver con los desajustes hormonales y es algo que refieren muchísimas mujeres cuando contactan con nosotras.
Lucía T, nos dice así: “Casi casi de un día para otro, empecé a notarme cara de cansada a diario, como la tez cetrina. Vuestra máscara LED me va genial y en pocas semanas ya he recuperado el tono y la luz”.
SENSACIÓN DE TIRANTEZ: Este síntoma, como la flacidez, es un recordatorio de que nuestra piel necesita más mimos. Hazte un buen plan contigo misma, enciende una vela y afloja la tirantez de la piel y del alma.
La menopausia es una etapa más de la vida. Ni mejor, ni peor, diferente a otras. Lo bueno es que ahora hablamos de ella, combatimos los aspectos más pesados, como la flacidez y eso hace que quedarse con lo bueno sea más fácil.
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